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Arte y Cultura

Siete poetas federales para descubrir

Chaco, Santa Fe, Córdoba, Mendoza, Paraná, Bahía Blanca y Rosario son su lugar de origen. Pertenecen a diferentes generaciones pero tienen un lenguaje en común: la poesía. Te invitamos a conocerlas.

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Estela Figueroa (1946) nació en la ciudad de Santa Fe. Realizó trabajos para cine y teatro. Fue coordinadora de talleres literarios en el Pabellón de menores de la cárcel de Las Flores, donde editó la revista Sin alas.

Publicó Máscaras sueltas, El libro rojo de Tito, A capella, Un libro sobre Bioy Casares (reportaje y ensayos de autores santafesinos), La forastera. En 1987, su primer libro tuvo su traducción y edición italianas (Ferri Editora, Florencia).

Figueroa es directora de la revista La Ventana, publicación de la Universidad Nacional del Litoral. Coordina, además en dicha institución el taller literario que incluyó publicaciones, versiones teatrales de aguafuertes de Roberto Arlt y puesta en el aire de dos radionovelas. Es colaboradora en el Diario El Litoral y sus poemas han aparecido en diversas publicaciones del país y del extranjero. El hada que no invitaron es su antología poética publicada por la Editorial Bajo la Luna en 2016.

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La enamorada del muro

I

La enamorada del muro

no sabe cómo es el muro.

pero seguro siente su humedad

cuando ha llovido.

Su aridez

en tiempo seco.

La enamorada del muro

depende del muro.

A él se aferra.

Si el muro se cae

ella se desparrama

como una cabellera sin cabeza.

A veces es tímida

y cubre sólo la base

como una mujer arrodillada

que abraza las piernas de un hombre.

Y a veces -qué deseo

y qué orgullo caben en ella-

cubre no sólo el muro

sino toda la casa.

II

Todo amor nace

a partir de una pequeña confusión.

Nadie puede decir con certeza

si es el muro el que sostiene a su enamorada

o es la enamorada

la que sostiene el muro.

Y todo amor crece

a partir de pequeñas carencias:

La enamorada del muro no florece.

Tampoco el muro.

III

Visto desde afuera

la impresión general es de una gran belleza.

¿Pero quién puede alejarse para mirar

cuando está enamorado?

El muro no ve el hermoso conjunto.

Ve pequeños tentáculos

que se clavan en él.

La enamorada ve el muro descarnado.

“El es el hueso que me da forma.

Yo soy la carne que le da vida”.

IV

Vampiro en el jardín

Ningún jardinero

la recomendaría.

La enamorada del muro

tan pródiga con el muro

tiene un rol muy cruel en el jardín.

Está en su naturaleza apropiarse

de toda la humedad del terreno.

De modo que mientras ella se expande

y se demora tiernamente en el abrazo

las otras plantas mueren.

¿Qué puede importarle?

Una mujer enamorada es capaz

de atravesar sin ver una ciudad bombardeada.

Los ojos fijos en los labios de su amor.

No hay culpa

en la pasión.

“No permitiré que nada

ni nadie

te haga daño

amor mío”

V

En sí misma

Sólo una loca pudo

enamorarse de un muro.

Un muro no habla.

No escribe cartas.

No florece.

Cubierto totalmente por las hojas

deja de ser visible.

hasta se puede dudar de su existencia.

“No es eso

hija

lo que te enamora.

No es muro.

Es tu esplendor”.

Siempre alguien tiene algo para contar de ella: alguien la vio una vez, alguien la escuchó leer hace más de diez años, alguien tiene un conocido en común con ella, alguien conoce a las hijas.(...)A veces pienso que Estela Figueroa no existe, que es una leyenda santafesina, un cuento chino. (Selva Almada, Perfil, 29/12/19)

Claudia Masin (1972) nació en Resistencia, Chaco. Es psicoanalista y escritora. Reside en la ciudad de Córdoba. Ha publicado los poemarios Bizarría, Geología, La vista, Abrigo, La plenitud, la antología El secreto (1997-2007), El verano, La siesta, La materia sensible: Antología personal, La cura.

La vista obtuvo el Premio Casa de América de España en 2002. Abrigo obtuvo una mención en 2004 y Lo intacto recibió el tercer premio del concurso de Letras del Fondo Nacional de las Artes en 2017. Su antología, La desobediencia fue publicada por la editorial chaqueña ConTexto en 2018.

Su obra ha sido traducida al francés, inglés, portugués e italiano. Masin es docente de la carrera de Artes de la Escritura de la Universidad Nacional de las Artes.

La primera piedra

Resistencia

Nací en una ciudad rodeada por defensas de tierra.

Montañas de utilería para que cuando llueva,

el río, en su crecida, no invada nuestras casas

y arrase la ciudad. Pero se ha tenido la precaución

de construir murallas precarias, abiertas. Para mantener

al enemigo vivo. Los que hemos nacido en Resistencia

tenemos para qué levantarnos cada mañana:

quien tiene a qué temer ya no está solo.

Aquí, el uniforme de guerra incluye botas de lluvia

amarillas. Nos sentimos impermeables

cuando caminamos por las calles, cómplices

como sobrevivientes de un desastre secreto.

Una vez, la lluvia nos sitió por tres días y tres noches.

Los chicos soñábamos con la amistad del agua,

salir descalzos a la invasión, cada gota

un disparo fresco en el pecho. Pero permanecíamos

tras las trincheras, cristales dibujados al vapor

con nuestros nombres. Casa del agua.

¿Un barco ebrio? No, mi casa era un blanco quieto.

Guardado en una botella, como una cabaña de los Alpes,

una miniatura olvidada en un estante.

Soñé entonces con construir un arca, pero no llevaría

animales sino palabras. Las elegiría al azar, por capricho.

Por la música que despedían de sí al ser dichas.

¿No es más importante preservar la belleza que la especie?.

Zarparía en silencio hasta que la tierra

se perdiera de mis ojos por la distancia y el diluvio.

¿Noé sabría de su audacia al huir?. Soldado que huye

sirve para huir de la próxima batalla.

¿Y si escribir no fuera temblar en la tormenta sino

- a lo sumo- presumir bajo el alero?

¿Y si la crecida de las aguas no existiera?

Un mito. La fundación de algo. De una ciudad: Resistencia.

Construida para ofrecerse a un ataque imaginario,

a una corriente asesina que no existe. Acuario seco

en que los peces sofocados resistimos

hasta que las agallas sangran. Nunca fue cierto

que en las guerras se venciera por un arte sutil

de resistencia.

 

Elena Anníbali (1978)

Oriunda de Oncativo, provincia de Córdoba, Anníbali es Licenciada en Letras Modernas por la Universidad Nacional de Córdoba. Docente e investigadora, ha publicado Las madres remotas, tabaco mariposa, El tigre, La casa de la niebla y Curva de remanso.

Malón malón

Una piedra arrojada

Esto es el tiempo: una piedra arrojada desde la altura

de Dios o de los hombres,

circular, pulida por el camino de fuego y aire que atraviesa,

ese espacio vacío en que -dicen-,

se desarrolla la falacia de la eternidad.

Cae sobre el agua y abre el círculo de nuestra vida.

Todo cabe allí:

las máscaras desiguales que nos protegen o evidencian

-como en un absurdo teatro de luces y sombras-

el número de los días en que fuimos felices,

cada uno de los ásperos amaneceres en que negamos los sueños,

la vidriosa transparencia de los animales que acariciamos,

la rara inocencia que no pudo pervivir en nosotros.

La piedra cae. Y cuando el círculo alcanza

su máxima definición, desaparece,

y las ondas no son ya más que un eco triste

disperso entre otros círculos, de otras vidas,

que no son las nuestras. Ese roce sutil,

ese leve toque de agua será el encuentro

entre dos cuerpos,

ese pedazo de amor, rabioso y breve,

hurtado a la muerte.

Cecilia Pavón (1973)

Mendocina, licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires, fundó, junto a Fernanda Laguna el espacio de arte y editorial independiente Belleza y Felicidad a fines de los 90. Paón es artista plástica y traductora de inglés y alemán. Desde 2005 es tallerista de escritura y traducción.

Su escritura incluye tanto a la poesía como al cuento. Ha publicado ¿Existe el amor a los animales?, Pink Punk , Caramelos de anís, Discos Gato Gordo, Los sueños no tienen copyright, Un hotel con mi nombre, Pequeño recuento sobre mis faltas, Once Sur, Todos los cuadernos que tiré

Creó el proyecto Audioteca de Poesía Contemporánea en 2011 para visibilizar tanto poetas nacionales como de diferentes países de Iberoamérica.

Goodreads

Caramelos de anís

Cerraron los shoppings, los bancos, los cines

sólo pensás en dejarte llevar como

esa vagabunda de la película

vanguardista, sin argumento, de la que te habló

un amigo en un baile

Nunca fuiste ninguna parte

y cuando pudiste salir

sólo llegaste a un país en el que te robaron

la imaginación.

Y de vuelta

en el aeropuerto

los empleados de la aerolínea tuvieron que rodear

con una cuerda tu valija

que explotó por estar llena de cosas.

Amás las bicicletas o la danza:

pensás que sólo ellas podrían darte

un sentimiento de cambio concreto

salís a buscar amigos

volvés sola

pasan los días y no llamás a los teléfonos

anotados con letra tan pequeña

en papelitos

los dejás en el balcón

y el sol le borra los números.

Marie Gouiric (1985)

Nacida en Bahía Blanca, Mariela Gouric es profesora de Artes Visuales. Su poesía ha sido publicada en revistas y fanzines. Publicó los libros Tramontin , Botafogo, Decime qué se siente, se siente hermoso y Pensaba que no había un paisaje pero.

Algunos de sus poemas forman parte de 30.30 poesía argentina del siglo XXI (Editorial Municipal de Rosario, 2013). Es docente en la escuela de arte Belleza y Felicidad en Villa Fiorito y en distintas escuelas públicas de la ciudad. Forma parte del grupo de becarios del Centro de Investigaciones Artísticas.    

Página 12

Un libro muy bonito

Ahí mismo en la librería

no conseguí comprarlo

estaba agotado y reservado

pero si pude leerlo

hasta la mitad.

Estos días descanso

y aprovecho

para hablar así nomás

contarte este pedacito

del libro

que escribe una trava

que se llama Marlene Wayar

¿La conocés?

Marlene

sabe que cuando una levanta

un cacharro de barro

y se rompe

después una lo repara.

Pero que el material tiene memoria

avisa

y que por eso cuando el cacharro

reciba un golpe de frío o de calor

una fricción

va a volver a quebrarse

en ese mismo lugar

donde alguna vez lo reparaste.

Y lo mismo pasa con una

que acumula el daño

aunque este reparadita

a simple vista.

Hasta que un día te dicen

una malapalabra,

tenés un mal momento,

ves una película,

un dibujito animado

y te pega todo ese daño junto

y no podés parar de llorar

y te dicen “Estás loca”.

Marlene dice que es esa memoria

que se vuelve a quebrar

en cada uno de esos rasgones.

Quería contarte esto

que explica ella,

porque lo hace muy bien

mucho mejor

de lo que yo hubiera

podido hacerlo

porque entonces

capaz entiendas algo

y no tengas susto de mí.

A mí me dio claridad, igual

seré más cuidadosa.

Daiana Henderson (1988)

Nacida en Paraná, reside en Rosario y estudió Comunicación Social en la Universidad Nacional de esa ciudad. Codirigió el fanzine de poesía Pegaláctico. Actualmente codirige Editorial Neutrinos.

Publicó los poemarios Colectivo maquinario, Verão, El gran dorado, A través del liso. En 2013, Un foquito en medio del campo recibió el primer premio del Concurso Municipal de Poesía, (compartido con Felipe Aldana) y fue publicado por la Editorial Municipal de Rosario.

Humedal, una compilación de sus poemarios fue publicado por Ediciones Liliputienses (Cáceres, España) en 2014. Irse fue publicado en 2018 por la editorial Iván Rosado.

Henderson es coautora de la selección de las antologías 30.30, poesía argentina del siglo XXI (2013), 40 velocidades. Colección de poemas en bicicleta (Neutrinos, 2014), 1.000 millones, poesía en lengua española del siglo XXI (2014) y 53/70, poesía argentina del siglo XX (2015).

Letra de cambio

Bicicleta

Cada uno de los caminos es un túnel

vallado por árboles de distinta especie.

Andá a saber dónde nos llevan.

Clava el talón en el ripio y dice

“¿a dónde queda el atardecer?”.

Hay que agarrar por la derecha.

Llegamos a donde se termina todo,

con esfuerzo.

Debemos atrapar el sol,

hay que alcanzarlo.

Está nublado pero podemos

percibirlo triturar los últimos

papeles aluminio de la ruta

paralela al horizonte,

atrás de la plantación que ahora es verde loro,

pero en una época del año, me dicen,

vienen las niñas de 15 a fotografiarse

al campo dorado de trigos.

No me entra la realidad en los ojos

y quisiera que el mundo sea sólo esto.

Bastaría.

No habría mayor necesidad, excepto

abrigarse cuando oscurece,

compartirlo.

De vuelta, voy esquivando con la bicicleta

pozos de agua sedimentada.

Me creo lejos de las obligaciones, acá.

Pero vuelvo cargando la mayor

de las responsabilidades: escribir

el poema más hermoso.

Julia Enríquez (1991)

Enríquez es una joven rosarina traductora de inglés, estudiante de la carrera de Filosofía en la Universidad Nacional de Rosario. Publicó Futuro brutal, Nuevas pesadillas y Ambulancia improvisada. Sus poemas forman parte de la Antología 30.30, poesía argentina del siglo XXI. Es coautora de la selección de la Antología 53/70, poesía argentina del siglo XX. Dirige desde 2010 la editorial Danke.

Crédito: Federico Leidi

tengo los costados de la cabeza entumecidos.

voy a dejar que la ventana del colectivo me los golpee.

“bienvenida a la argentina”

me dice papá cuando llego

después de varios días fuera de casa.

yo solo quiero sacarme el olor de

la boca y de las manos.

me gustaría hacerte sentir con los dedos

acá, arriba, de ambos lados

los puntos exactos

no sé si me duelen

pero presionás y lo siento,

el placer de lo entumecido.

ahí está todo acumulado:

mi conformismo masoquista,

mis ansias de distorsión

cada semana,

mi enganche con lo peor

de lo que tuvimos,

mi vida enajenada

desde el impulso nervioso.

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Fuentes: Cultura.gob.ar

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